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deutsch: exit! Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr. 17 erscheint im April 2020 - Inhalt und Editorial

Editorial, carta abierta y llamada a donaciones

A más tardar desde la crisis financiera de 2007-2008 puede constatarse un retorno a una estrategia política anterior: Después de los tiempos de la desregulación neoliberal, ahora la salvación está en las delimitaciones. Se está produciendo un marcado regreso al ámbito nacional o bien a los regionalismos. En la línea del "Make America great again" y "America first" Trump hace de la necesidad virtud, pues hace tiempo que, en vista de procesos de degradación complejos, los Estados Unidos como potencia mundial están en declive: se promulgan aranceles protectores, hay guerras comerciales (sobre todo contra China). Entre tanto las deudas estatales de los Estados Unidos siguen creciendo, a pesar del establecimiento de aranceles. Se intenta con más fuerza mantener fuera a los refugiados provenientes de México, etc. En esta misma línea de delimitación habría que entender por supuesto también el Brexit. Las controversias al respecto revelan las contradicciones que se producen a consecuencia de la economía y la política mundial, y también que no es posible abandonar sin más la globalización. Esto se mostrará claramente después de la elección de Boris Johnson.

A nivel planetario los procesos electorales dan el triunfo a partidos de derechas y figuras extravagantes, estridentes y que apuestan por las 'verdades' fáciles: Orban, Kaczynski, Erdogan, Duterte, Trump, Bolsonaro: la lista se alarga cada día. Por el momento Trump deja Siria a Putin y arroja a los kurdos a las fauces de Erdogan. El sueño de los antiimperialistas de que los Estados Unidos se retiren y se contengan se revela una pesadilla. La guerra subsidiaria que enfrenta en Yemen a Irán y Arabia Saudí y sus funestas consecuencias sólo se menciona de vez en cuando en las noticias alemanas y con una actitud de manifiesta mala conciencia. Hace tiempo que muchos escenarios catastróficos y situaciones penosas se han vuelto el pan de cada día, y sólo llegan a los titulares cuando el problema se plantea con una gran gravedad, por ejemplo en la situación desolada del suministro social en Grecia hace algunos años, de la que apenas llegan ya noticias y que no debe haber mejorado sustancialmente. De fondo amenaza una gran crisis económica-financiera, respecto a la que Nouriel Roubini advierte que no será tan manejable a nivel político como todavía lo fue la que estalló en 20081. En el fondo todos lo saben. Las publicaciones sobre la crisis tienen una coyuntura favorable. El libro de Marc Friedrich y Matthias Weik, El mayor crash de todos los tiempos. Economía, política, sociedad. Cómo pueden proteger aún su dinero [Der größte Crash aller Zeiten. Wirtschaft, Politik, Gesellschaft. Wie Sie jetzt noch ihr Geld schützen können] ocupa el primer puesto en la lista de best seller del semanario Spiegel.

Al mismo tiempo no solo produce inquietud el problema de la vivienda, sino también el cambio climático, y está claro que las medidas al respecto no pueden quedarse a nivel nacional, regional y local. En ese sentido los Verdes son un mero paliativo para que no tenga que cambiar nada y todo pueda resolverse dentro del marco dado. Figuras como Greta Thunberg se convierten en estrellas2. Después del debate sobre el me too el movimiento feminista cobra una forma nueva y su indignación adquiere una expresión vehemente en las huelgas y manifestaciones, por ejemplo en Argentina y España. La agitación social contra los recortes sociales da que hablar, por ejemplo en Argentina. Las alzas en el precio de la gasolina o del metro son la gota que colma el vaso en países como Chile o Irán; algunos estados árabes están en ebullición (la lista podría alargarse). Así se enciende siempre de nuevo la chispa de la agitación social y, como siempre, se ocupan de ello los guardias armados con porras y pistolas (con más de 100 muertos en Irán)3. A eso se añade que el sistema de partidos pierde su objeto y se ve desprovisto de todo contenido. Los 'partidos mayoritarios' sufren una gran erosión, los Verdes y AfD están en ascenso. Al mismo tiempo la situación económica no sólo se enturbia en Alemania, sino en todo el mundo. Entretanto también en Alemania se escuchan voces que abogan por poner fin a la política del ahorro, también como estímulo que permita llevar la coyuntura al alza, lo cual por supuesto incrementaría la deuda estatal.

De modo que lo fundamental sigue siendo comprender las sociedades como estructuras contradictorias, que además –y esto es lo decisivo– se encuentran en el proceso de descomposición del capitalismo. El "colapso de la modernización" (Robert Kurz) se muestra en relaciones sociales marcadas por la anomia y difíciles de predecir. Lo que hoy aparece como condición y tendencia, mañana puede tener otro aspecto. Aparte de tendencias derechistas también vemos hoy protestas que no pueden calificarse sin más como reaccionarias, como hacen los antialemanes (entre tanto buena parte de ellos defiende incluso posiciones cercanas a las de AFD, sobre todo la revista Bahamas), como revelan los movimientos feministas y del clima, que rebasan las fronteras nacionales (si bien también aquí hay sin duda tendencias cuestionables y problemáticas).

Ante esta situación surgida a partir de 2008, una reacción básica de la izquierda es la reactivación de la lucha de clases, que considera una de sus categorías fundamentales, aunque siempre repite que ya no se trata de las "viejas" clases. El resto de problemas (sexismo, racismo, ecología, etc.) se incluyen como contradicciones secundarias supuestamente en desaparición. Klaus Dörre anhela con toda seriedad un nuevo movimiento social bajo la consigna de "¡Expropiemos a Zuckerberg!"4. De nuevo la clase debe anteceder a la "identidad", pero el racismo y el sexismo quedan en segundo plano. En círculos feministas no se tienen reparos en escribir un manifiesto feminista para el 99%5. Se actúa como si estas formas de discriminación, más allá de enclaves marginales, pudieran ser realmente objetos de negociación, mientras que en los años 80 y 90 la sociología hegemónica se centraba en el entorno social, las subculturas, los estilos de vida y la individualización. Hoy se buscan culpables de nuevo. El marxismo (vulgar) de las personalizaciones gana terreno, y la imagen del enemigo la encarnan los capitalistas, los especuladores y los inversores, lo que por supuesto denota un antisemitismo estructural.

En el marco del debate sobre el postcrecimiento se mezclan en la olla todo tipo de elementos y con eso intenta hacerse un potaje: democracia económica, economía solidaria, participación de los trabajadores en la empresa, etc., todo ello un revoltillo intragable. También tiene coyuntura el discurso sobre un nuevo "Green New Deal", como revelan por ejemplo las publicaciones de Jeremy Rifkin y Naomi Klein. Incluso la presidenta de la Comisión Europea von der Leyen se declara partidaria de un "acuerdo verde".

A la concentración y la discusión sobre la nueva lectura de Marx, el fetichismo6 y el discurso de que el capitalismo llega a su fin7 le sigue ahora un enfoque centrado en la "nueva" cuestión de clase8. Falta una comprensión del fetichismo que comprenda que el fetiche afecta tanto al capitalista como al trabajador. Hoy todos sienten que el capital les amenaza desde fuera por mucho que haya apoyado a Schröder, por mucho que en los 90 se sumara al pijerío y descubriera las inversiones. Todo ello indica que las contradicciones habrán de resolverse dentro de la forma de la crítica de la escisión del valor. El problema nuclear de la situación actual cobra voz en el discurso de Greta Thunberg a la política: "¿Cómo podéis atreveros?", a lo que los políticos responden: ¡Tendrás que encontrar respuestas prácticas para todos los problemas! De hecho todos están contra el cambio climático: los empresarios, los políticos y la célebre e infame sociedad civil.

Esto revela una desorientación compartida en materia de economía política, como evidencian los intentos de resolver el problema dentro del marco de referencia fetichista: los impuestos a las emisiones de CO2 y la prohibición de la circulación de vehículos diésel tienen aquí un carácter puramente simbólico. Se requiere una transformación a fondo de la forma de producción y de la forma de vida, y también de la correspondiente estructuración de las necesidades, para llevarla más allá de la lógica de la clase de trabajadores y capitalistas. En principio eso es algo que hoy tiene claro cualquiera. Lo saben, pero a pesar de todo lo hacen –podríamos decir con Žižek, pero en un sentido muy distinto a como él lo plantea (en este sentido véase el artículo de Roswitha Scholz sobre el "Marxismo lacaniano" en este número). A los debates que pululan sobre una eco-dictadura habría que contraponerles la comprensión de Marcuse sobre las falsas necesidades que genera el capitalismo y sus satisfacciones sustitutorias, ya que no existe ninguna sociedad emancipadora capaz de generar nuevas necesidades o estructurar las necesidades de modo nuevo. Las respuestas que se ofrecen no están en absoluto a la altura del carácter dramático de la descomposición de las relaciones sociales capitalistas y patriarcales.

En lugar reivindicar transformaciones radicales en la línea de esta crítica del fetichismo, se plantean pseudodiscursos. La izquierda está estancada y no produce nada nuevo desde hace décadas. Ofertas de utopía e instrucciones de acción hay ya de sobra. Desde los años setenta las respuestas son en principio siempre las mismas. No se cuenta realmente con transformaciones radicales. Si bien es cierto que se ha desarrollado un cierto discurso de crítica del trabajo9, ha quedado restringido al marco social establecido y carece de toda capacidad de trascenderlo realmente.

No ha habido ninguna elaboración del duro trauma del derrumbe del bloque del Este. Ni seguidamente tampoco del final de la socialdemocracia, del fracaso de los movimientos alternativos, del movimiento feminista, del movimiento ecologista, etc., que ayudaron a crear el "nuevo espíritu del capitalismo" (Boltanski & Chiappello). Tampoco habría que olvidar la derrota de las tentativas de un gobierno de izquierda en América Latina (Venezuela, Bolivia). En lugar de ello se conjuran de nuevo todos esos temas y se intentan reavivar las ilusiones asociadas a ellos (democracia económica, economía solidaria, renta básica, etc.), presentándolos como propuestas radicales y capaces de romper el sistema. Así es como una inconfesa "melancolía de izquierdas" (Walter Benjamin, Wendy Brown, Enzo Traverso) busca cobijo en ideologías retro, utopismos y accionismos que no tienen nada con lo que hacer frente a las relaciones sociales existentes y que se revelarán inoperantes. Después del papelón de la socialdemocracia, ahora se plantea que la solución a todos los problemas ha de ser una "hipersocialdemocracia". Con esto se olvida que la socialdemocracia misma fue un motor del desarrollo capitalista (por ejemplo en el fordismo), y que no es posible reeditarla (en versión verde) bajo la égida de un capitalismo financiero precario, con procesos de racionalización avanzados, competencia internacional, interdependencias de capitales etc. (que ahora también intentan impedirse desde la derecha)10.

Lo que por el momento marca las acciones de la izquierda es un nuevo auge de los movimientos; la teoría que no sirve inmediatamente a las necesidades de la acción y que podría tematizar las cuestiones aquí planteadas no se encuentra en una coyuntura favorable. Sin duda, en ningún caso hay que tolerarlo todo y plegarse al dictado de la financiabilidad (alquiler, prestaciones de desempleo, etc.), y es imprescindible comprometerse contra el racismo, el antisemitismo, el neofascismo, etc. Sin embargo hay que evitar las tentativas de hipostasiar la praxis en abstracto y hay que convertir el sistema mismo en objeto de reflexión. Hay que tomar en consideración la necesidad de abstracción de la escisión del valor y hacer frente a la famosa totalidad, también para poder desarrollar la perspicacia que permita entender en qué medida las acciones y movimientos pueden preparar el terreno a una afirmación de una reglamentación de la administración de la crisis. Desde la crítica de la disociación del valor tenemos que estar atentos a dónde puede haber movimientos que desarrollen momentos que apunten más allá del marco dado; movimientos en los que podamos implicarnos para ampliar su horizonte intelectual en la línea de una crítica de la síntesis social. En este sentido es imprescindible aprovechar las posibilidades de acción para mejorar la situación dada. Al fin y al cabo ya no vivimos en el "mundo administrado", como aún ocurría en tiempos de Adorno, sino en la era del "colapso de la modernización" (Robert Kurz). Pero el objetivo no puede ser seguir la inercia de los movimientos. Hoy se requiere distancia crítica, formación teórica y un cuestionamiento de la forma social, precisamente en un momento en el que el mainstream de izquierdas cree poder resolver todos los complejos problemas a los que hacemos frente dentro de esta forma social, de modo que las pseudo-soluciones están a la orden del día. A diferencia de lo que ocurre en la nueva lectura de Marx, no se trata de llevar a cabo una análisis formal y filológico de exégesis marxiana, sino de comprender los conceptos marxianos como abstracciones reales y ponerlos en relación con transformaciones reales de la sociedad mundial. Eso significa también reconocer que hace décadas que la política y la subjetividad están en proceso de erosión. Las teorías postmodernas eran expresión de eso. Pese a la enorme importancia de los movimientos solidarios, entre ellos del nuevo movimiento feminista, eso no debe inducir a proclamar, de forma anacrónica y según la lógica del agit-prop, a las mujeres como nuevo sujeto político (eso es algo que habría que analizar en un artículo). Lo que permite la comprensión de la teoría de la crítica de la escisión del valor es comprender los procesos y los movimientos sociales dentro de un continuum social histórico y temporal, en lugar de adoptar una perspectiva reduccionista que se apoye en la coyuntura que ofrece el predominio de un determinado movimiento político: la afectación y la inmediatez que a menudo siguen a un periodo de varios años de ambiente de resaca, y a los que se intentan ajustar las exigencias y los contenidos de una forma que no rebasa el marco del sistema (pensemos por ejemplo en el feminismo de estado). El ansia de tener por fin que "hacer algo" impide ver que la teoría es una forma de praxis autónoma dentro del conjunto de la sociedad, y que sólo puede ser útil a los procesos de una praxis que aspira a la transformación social cuando no se entrega al fetichismo de la praxis e intenta identificarse con él11. Eso es lo que parece ocurrir cuando se es hostil a la teoría porque se quiere llegar a la praxis, pero no se quiere saber nada de una transformación social radical sino que uno se da por satisfecho con el status quo dado de manera inmediata, que de todos modos es insostenible. Si en los últimos 30 años se reivindicaba una posición queer y postcolonial, es decir, una perspectiva centrada en la afectación y el punto de vista, ahora parece que una orientación de clase (no sólo feminista) del supuesto "99%" parece querer ocupar el lugar de las teorías e ideologías postmodernas. Esta definición de la cuestión social evidencia una necesidad de ser "normal" en un sentido pequeñoburgués y no mezclarse con grupos marginalizados y discriminados, por mucho que reitere la necesidad de incluirlos. Entre tanto parece haberse olvidado el hecho de que la "cuestión de las mujeres" y otras se vieran como una contradicción secundaria. Sin embargo las mujeres y los migrantes son los más afectados por la "cuestión social". No estar versado para la praxis, formar parte de los superfluos y excluidos y no poder articularse es el mayor de los crímenes. La principal crítica que habría que hacer a las teoráis postmodernas es su comprensión culturalista de esta discriminación, que se quedan en la "política de la identidad" en lugar de hacer frente a la "cuestión social" con un fuerte peso "materialista". En este sentido habría que reforzar y elaborar las experiencias fragmentarias de la descomposición en el contexto de una totalidad histórica en términos de historia mundial, más allá de las baratas presunciones híbridas postmodernas. Por lo demás no se está a la altura de la comprensión de un sistema fetichista y autorreferencial que los hombres y las mujeres han contribuido a constituir. Con cierta maldad podría decirse que: a quien sea capaz de hacer realmente experiencias, ya no le preocupan tanto las experiencias (la revista Outside the box ha dedicado su número actual, el nº 7, al tema de la "experiencia").

También en contextos cercanos a la crítica del valor ha habido anhelos de pasar a la práctica y conectar con experiencias inmediatas. Las consignas en ese sentido fueron la economía solidaria, la defensa de los comunes y el open-source12. Entre tanto nada se ha quedado tan en evidencia como la ideología del open-source. La libertad de la red ha dado cancha sobre todo al resentimiento, al cuñadismo arrebatado y los refunfuñeos, una ideología de lo aparente gratis que ha abierto la puerta a Uber, etc.

El contexto de Exit, y con él Claus Peter Ortlieb, fallecido el 15 de septiembre de 2019 y sobre el que publicamos un obituario, siempre se ha opuesto a estas tendencias y ha marcado la distancia frente a las nuevas propuestas 'teóricas' de Krisis. En ese sentido resulta altamente problemático intentar apropiarse de él en una necrológica publicada en Krisis y apreciar su texto "Una contradicción entre materia y forma", como se ha hecho con descaro en la página web de Krisis (krisis-online.org del 10 de octubre de 2019). En este texto ponía en el centro la importancia del plusvalor relativo para esta contradicción, algo que Trenkle descuida en su confrontación con Heinrich y que hasta hoy no juega un papel fundamental en los textos de Krisis. Ortlieb tuvo también palabras claras respecto de Streifzüge y de Krisis en otros sentidos13.

A los lectores y lectoras de exit! les pedimos que sigan apoyando con donaciones nuestros esfuerzos teóricos, que desde el primer momento han intentado no regirse sólo por aspiraciones prácticas inmediatas y no plegarse a las limitaciones del funcionamiento académico de la izquierda, a una producción impulsada por la intención de hacer carrera y a las actitudes y criterios de autenticidad del mundillo de la izquierda. Hoy hacen falta intelectuales que a nivel institucional, de contenido, "metódico" y "metodológico" no se muevan en la rueda de hámster del mundo académico, de modo que su pensamiento les venga impuesto o se eche a perder, sino que es necesario dirigir la atención al todo social (mundial), más allá de los caminos trillados. Sin eso no va a ver una crítica de la sociedad verdaderamente radical. Hace ya años, si no décadas, que nos encontramos a las mismas figuras y a sus doctorandas y doctorandos en antologías y congresos. Estos están expuestos a un funcionamiento universitario cada vez más precario, por lo que tienen que aferrarse cada vez más a la academia como potencial fuente de sustento; y, como suele decirse, "el que da de comer manda".

En el pasado la crítica (de la escisión) del valor tuvo una cierta coyuntura favorable, y pudo encontrarse una cierta acogida en textos y referencias de la izquierda; sin embargo a menudo no se llega al fondo del asunto, es decir, al cuestionamiento radical de la forma patriarcal-capitalista de socialización. Pero incluso esta fase parece haber pasado ya, y hoy se remite de nuevo incluso a un marxismo de la edad de piedra levemente modificado. Tras años de postmodernidad y su "vertiginoso estancamiento" (Paul Virilio), que dejó al descubierto la forma vacía del valor, basada en una disociación de lo femenino, hoy hay de nuevo necesidad de elementos "sólidos" e "identitarios", de una imagen clara de quién es el enemigo para poder acusar a personas y grupos como responsables de la miseria. La lógica de la identidad debe permitir dividir nítidamente el mundo distinguiendo arriba y abajo, amigo y enemigo, bien y mal, y aquí lo no idéntico se olvida. De este modo el pensamiento ayuda a preparar el pogromo. Así se manifiesta la "nueva seriedad" después del final de la postmodernidad. Los artículos de este número de exit! se enmarcan en el contexto de esta crítica.


  1. Cfr. por ejemplo el artículo "Wir erleben eine Balkanisierung des Welthandels" [Asistimos a una balcanización del comercio mundial], handelszeitung.ch, 2 de septiembre de 2019. ^

  2. Pese a lo cual el enorme odio del que es objeto Greta Thunberg resulta significativo, cfr. por ejemplo Hinz, Enno; Meyer, Lukas Paul: Gegenwind für die Klimabewegung, akweb.de del 12 de noviembre de 2019 o Analyse & Kritik Nr. 654. ^

  3. Según Amnistía Internacional. Las cifras de víctimas podrían ser muy superiores, como revela un documental de France 24: https://observers.france24.com/en/video/iran%E2%80%99-hidden-slaughter-video-investigation-france-24-observers. Con Irak ocurre algo parecido, cfr. por ejemplo Karam Hassawy: Revolutionärer Herbst im Irak, Jungle World del 23 de noviembre de 2019. ^

  4. En: H. Ketterer y K. Becker (eds.): Was stimmt nicht mit der Demokratie? Eine Debatte mit Klaus Dörre, Nancy Fraser, Stephan Lessenich und Hartmut Rosa, Frankfurt, 2019, p. 20. ^

  5. N. Fraser: Feminismus für den 99%. Ein Manifest, Berlín, 2019. ^

  6. Cfr. Scholz, Roswitha: Fetisch Alaaf! – Zur Dialektik der Fetischismuskritik im heutigen Prozess des ›Kollaps der Modernisierung‹ – Oder: Wie viel Establishment kann radikale Gesellschaftskritik ertragen?, en: exit! – Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr.12, Angermünde 2014, 77–117. ^

  7. Cfr. el editorial de exit!, nº 14. ^

  8. Cfr. Meyer, Thomas: »Neue Klassenpolitik«? – Kritische Anmerkungen zu aktuellen Diskursen, 2019, en exit-online.org. ^

  9. Por ejemplo en el documental de 2012 Frohes Schaffen – Ein film zur Senkung der Arbeitsmoral [Que te cunda. Una película para hundir la moral del trabajo], realizado por Konstantin Faigle, así como en diversos libros, por ejemplo Spät, Patrick: Und was machst du so? – Fröhliche Streitschrift gegen den Arbeitsfetisch, Zürich 2014. ^

  10. Cfr. Kurz, Robert: Das Weltkapital – Globalisierung und innere Schranken des modernen warenproduzierenden Systems, Berlin 2005 ^

  11. Cfr. a este respecto el texto de Robert Kurz: Grau ist des Lebens Goldner Baum und grün die Theorie – Das Praxis-Problem als Evergreen verkürzter Kapitalismuskritik und die Geschichte der Linken, en: exit! – Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr. 4, Bad Honnef 2007, 15–106. ^

  12. A este respecto cfr. Vgl. dazu Kurz, Robert: Der Unwert des Wissens – Verkürzte ›Wertkritik‹ als Legitimationsideologie eines digitalen Neo-Kleinbürgertums, en: exit! – Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr.5, Bad Honnef 2008, pp. 127–194, disponible en exit-online.org. ^

  13. Cfr. Por ejemplo: Zur Spaltung der Krisis-Gruppe: Erklärung ehemaliger Redaktions- und Trägerkreismitglieder, 11 de abril de 2004; Ortlieb, Claus Peter: Die Sinnlichkeit des MWW, 13 de julio de 2009; ambos en exit-online.org. ^




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