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exit! 18 (2021): Índice, Editorial, carta abierta y llamada a donaciones

Índice

  • Editorial, carta abierta y llamada a donaciones
  • Tomasz Konicz: El fin de Occidente en la crisis del Coronavirus
  • Fábio Pitta: El crecimiento y crisis de la economía brasileña en el siglo XXI como crisis de la sociedad del trabajo: burbuja de commodities, capital ficticio y la crítica de la escisión del valor
  • Thomas Meyer: Alternativas al capitalismo-Bajo análisis: Decrecimiento, commons y la pregunta acerca de la “síntesis social”.
  • Thomas Koch: Actualidad de ›Freie Fahrt ins Krisenchaos‹ de Robert Kurz
  • Andreas Urban: Equiparación, «mujeres en la cima» y crisis de la masculinidad-Aspectos simbólico-culturales del embrutecimiento del patriarcado

Editorial, carta abierta y llamada a donaciones

En el 2020, «año del coronavirus», se ha recrudecido aún más el proceso de crisis. El coronavirus se entrevera profundamente con la crisis del capitalismo. Esto tiene consecuencias especialmente dramáticas para los sistemas de salud en los que se ha ahorrado y racionalizado hasta dejarlos hechos polvo, pero aún más allí donde las personas, completamente desprotegidas, se encuentran a merced del virus y de las consecuencias de las medidas adoptadas a favor de la “lucha contra la pandemia”. Además, el coronavirus no ha irrumpido «sin más» sobre el mundo, sino que está relacionado con la dominación capitalista sobre la naturaleza. En lo que respecta al estallido de la pandemia todo apunta a la zoonosis, una infección que puede transmitirse de los animales a los seres humanos. Con el avance de la crisis del capitalismo —a pesar de toda la «retórica ecológica»— se hace cada vez más difícil proteger a la naturaleza y animales del proceso de valorización y con ello, de la destrucción del capital. Con el aumento de la desustancialización del capital incrementa la presión para subordinar aún más los fundamentos naturales de la vida al proceso de valorización. La producción de carne, el comercio con animales salvajes, la aniquilación de toda clase, la destrucción de la selva tropical, etc., alimentan la transmisión de virus. De su expansión se ocupan el comercio global y las rutas de viaje.

En los enclaves occidentales el virus colisiona con democracias que han puesto todas sus energías en señalar el camino a la acumulación de capital en crisis y mantener las consecuencias sociales de la crisis ancladas al «material humano superfluo» para la valorización del capital, lo que se hace visible sobre todo en los/las migrantes, además de en aquellos degradados socialmente. En este sentido, las medidas adoptadas por el coronavirus coinciden con el cambio de la socialización democrático-capitalista desde el polo liberal al autoritario.

Ahora bien, las medidas adoptadas por el coronavirus —a pesar de las posibles críticas justificadas en cada caso (inconsistencia parcial de las medidas, minimización de los «daños colaterales»1, entre otras muchas)— también se diferencian de los habituales «patrones de reacción» autoritarios en que el virus no es ningún espectro, sino una realidad peligrosa, así como en que estas —en contra de lo habitual— deberían proteger a personas y grupos en riesgo que, en tanto se trata de enfermos y ancianos, no pertenecen (ya) al capital humano susceptible de valorización. Esto no tiene nada que ver con que a los gobiernos hubiesen alumbrado repentinamente un interés humanitario, sino con que la capacidad funcional del sistema se sostenga a través de dichas medidas, que —bajo un segundo confinamiento, si bien manteniendo a los niños en las guarderías y colegios— se pueda o deba seguir trabajando y consumiendo, mientras que las restricciones en los ámbitos privados, hostelería, en el sector de los eventos y la cultura frenan al virus y protegen al sistema de salud de la sobrecarga (donde las capacidades del «sistema de salud dirigido por el principio de la competencia» se consideran abiertamente como «constantes naturales»).

En este contexto, el coronavirus ofrece la posibilidad de enraizar de manera más robusta determinadas tendencias. Esto afecta, entre otros asuntos, a la digitalización, cuyos agitadores e ideólogos defensores evocan como la solución a todos los problemas. Como muestra de la especial «prioridad» de la digitalización se ofrece el lamento sobre la pérdida de clases escolares, especialmente en aquellos niños que sufren discriminación social. Por primera vez, se puede hacer de la necesidad virtud. Particularmente tras la época del coronavirus se puede por fin ejercer el agravamiento del estado de excepción. Lo dicho también es válido al observar los contornos que se perfilan en torno a una política de salud de carácter autoritario. Esta se dirige cada vez más a hacer a la sociedad resistente, flexible y sólida frente a los futuros riesgos en la salud. Es una política de inmunización frente a las previsibles crisis (cambio climático de carácter antropogénico, depauperación social en masa, etc.). Estas se aceptan como desastres que no pueden ser impedidos y ante los cuales solo parece haber la posibilidad de implementar medidas de protección. Bajo el primado de la resiliencia preventiva, puede continuar bajo la forma de los conocidos procesos en crisis todo aquello que el coronavirus promueve y alimenta la futura irrupción de infecciones: la dominación sobre la naturaleza, la cría y explotación de animales, la globalización y la movilidad de la producción y el comercio, etc., todo bajo la dominación abstracta del fin en sí mismo del capitalismo de carácter irracional. A este le vale con mantenerse contra viento y marea y a cualquier precio —incluso cuando posee un carácter completamente ilusorio—. A su vez, esto puede ser enlazado con aquello que se ha impuesto con la mejor de las conciencias en la crisis del coronavirus, con miras a establecer un estado de excepción permanente: no de otro modo se han fundamentado las limitaciones a los derechos fundamentales por medio de medidas político-sanitarias. En este sentido, la situación se ha «manejado» por medio de la imposición de decretos —marcando la «hora de los jefes ejecutivos»—2. Al mismo tiempo debe recordarse que no hizo ni hace falta ninguna pandemia para el permanente recrudecimiento del aparato de seguridad del Estado a través de leyes policiales, la videovigilancia generalizada (Stasi 2.0), etc.3. La transformación de la «democracia liberal» en un estado policial militante en la que la policía puede hacer lo que quiera gracias a la ampliación de sus funciones constituye la posibilidad y núcleo mismo de la democracia burguesa. Para «solventar» cualquier problema esta ya ha estado en repetidas ocasiones dispuesta a sacrificar todo en pro de la «seguridad». La seguridad misma es al fin y al cabo un «súper derecho fundamental», tal como declaró el anterior Ministro de Interior Hans-Peter Friedlich en 2013.

La democracia, en su «manejo de las contradicciones», hace visible su núcleo represivo. La declaración de revueltas, que habitualmente consisten únicamente en alborotos sin contenido alguno (tal como ocurrió en Junio en Stuttgart), no se comprenden como expresión de la irracionalidad y el sinsentido de la propia «normalidad» burguesa. En un ejercicio de falta de reflexión fundamental, únicamente se reacciona con enfado ante tales estallidos de violencia. La gente se muestra «indignada» y «en shock». La violencia policial se juzga de muy diferente modo. Esta está «justificada» y es «necesaria», así como «adecuada a las circunstancias». Además, el Estado debe reaccionar con dureza ante «la resistencia en contra del poder del Estado»4. Esto es así especialmente cuando se ha defender «la propiedad privada»: con tal fin se movilizan a 1500 policías para «retirar» a en torno 20 personas (!) de una casa ocupada (Berlin, Liebigstraße 34, el 9/10/2020). El «ejercicio legítimo» de los derechos fundamentales consiste en «el mejor de los mundos posibles» precisamente en reafirmar lo «existente» de manera aceptable y formal.

Todo debate sobre la violencia en las manifestaciones y protestas no tiene por tanto ningún sentido si la violencia «legítima» o legitimada de la policía se erige como «derecho de estado» y permanecen fuera del discurso las relaciones de poder y dominación, el racismo, la desigualdad social, la emergencia habitacional, etc. Que la propia sociedad burguesa es profundamente violencia en su «normal funcionamiento» a través de la exclusión social y el racismo, entre otros fenómenos, se desplaza es estos aparentemente sagrados «debates» acerca de la violencia. Se desplaza o bien se externaliza: es por ello que el racismo en EE.UU. es un problema, mientras que en Alemania sólo hay supuestamente «casos aislados». Cuán absurdo es que aquí nadie estuviera en condiciones de reconocerse nuevamente en una figura como Donald Trump, que quería declarar organización terrorista al movimiento Antifa5, algo que hubiese sido conforme con la doctrina de estado de la República Federal Alemana (teoría del extremismo, anti-antifascismo)6. El hombre del saco siempre es otro. También es grotesco el esfuerzo que hacen la República Federal Alemana y sus órganos de represión (incluso el ejército se ocupa se esto) para atrapar a los denominados adbusters, es decir, gente que modifica carteles para darles un contenido satírico7. La furia persecutoria en contra del adbusting, en contraste con la débil voluntad de aclarar todo lo referente a las redes de extrema derecha en el interior de la policía y las fuerzas armadas (NSU 2.0, Hannibal, Nordkreuz, etc.), ayuda a ver aún mejor donde se encuentran las prioridades de las «fuerzas de seguridad»8.

Bussiness as usual es también la doble vara de medir: mientras que las manifestaciones de derechas se realizan sin demasiadas dificultades a pesar de infringir las medidas impuestas, tal como ocurrió con la «manifestación del coronavirus» a finales de Octubre en Berlín, las manifestaciones de izquierdas son aporreadas brutalmente, como en Ingelheim en la manifestación en contra del partido Nazi «Die Rechte»9. Se hace patente el dicho popular: «Aquel que se enfrenta a los nazis, no encuentra ningún policía amistoso». Quién sabe.

En ningún caso se pueden considerar estos como «casos aislados». El enemigo está a la izquierda, por eso la policía se comporta así con los antifascistas: como si fueran enemigos en los que se debe realizar la lógica de «la ley y el orden» a través del gas pimienta y la porra.

El trato a los refugiados muestra en qué consisten finalmente los «valores democráticos»10. Aquí están de acuerdo fascistas y demócratas. La diferencia consiste claramente solo en que los que se valoran demócratas se recubren con un velo de humanidad con el que hacen ver que critican las posiciones racistas de la AfD, lo que no les impide hacer al final lo que les recriminan ideológicamente a la AfD. La opción que dicen rechazar es la que en realidad asumen. En definitiva, son alcanzados por sus propias sombras, reprimidas e incomprendidas. Es la propia sociedad burguesa la que genera su aparente contrario.

Aun así, las medidas adoptadas por el coronavirus han levantado críticas. Han resultado especialmente eficaces las protestas de carácter conspiranoide, políticamente transversales, por la «higiene» y las «manifestaciones del pensamiento alternativo»11; pero no así las protestas en contra de las consecuencias y críticas de carácter social y psicológico causadas por los recortes del sistema de salud12.

Que estas manifestaciones hayan tenido una gran resonancia tiene que ver también con que el maistream, la «clase media burguesa», se ha desplazado cada vez más hacia la derecha. De un lado, esto se muestra en el discurso racista (AfD, Pediga) que tenía como objetivo «expandir las fronteras de lo que se puede decir» (Gauland). Es algo que se ha conseguido con éxito si se piensa, por ejemplo, en que el periódico Die Zeit en 2018 discutía muy seriamente los pros y contras en el hecho de salvar a los refugiados. Se puede decir con Kurt Lenk que la derecha está precisamente donde se encuentra el centro13. Por otra parte hay desde hace tiempo una serie de autores que han convertido a la crisis (o bien lo que ellos entienden bajo ese concepto) en objeto de sus publicaciones desde un punto de vista reaccionario. Surge un bestseller tras otro. Se venga aquí la ignorancia de la izquierda, que rehusado de manera contumaz cualquier debate y que no ha querido saber nada del «colapso de la modernización», del «límite interno», de la «crítica categorial» y de la teoría de la crisis14. Se necesita mucha capacidad de reflexión para confesar que durante años solo se ha hablado de gilipolleces (basta acordarse del panfleto antialemán [antideutsche] «Der Theoriker ist der Wert»15). En este «hueco» se meten ahora toda suerte de oscurantistas de derechas con sus «interpretaciones de la crisis» de carácter reaccionario. Por ejemplo, el libertario de derechas Markus Krall, cuyas explicaciones son señal de clara demencia, cree que Alemania está al borde de una «dictadura eco-socialista» que únicamente puede ser evitada a través de una «revolución burguesa»16. Una característica común de estas interpretaciones de la crisis de carácter reaccionario es que sostienen que el capitalismo se puede restablecer a través de, entre otras cosas, una reforma del sistema monetario, por ejemplo a través de la reintroducción del patrón oro. El oro es así «garantía última ante la crisis», tal como declara Max Otte (miembro de la «Wertunion», organizador del «Neuen Hambacher Festes», invitado de Ken Jebsen y partidario de una «coalición burguesa» con la AfD)17. Está claro que con estas afirmaciones se apela a aquellos que disponen de un patrimonio de cierta entidad y temen perderlo por el actual proceso de crisis. La clase media se queja porque la manta no le tapa los pies y suda la gota gorda ante el extremismo de centro.

Pero el gabinete de los horrores no está aún al completo. En estos círculos también se mueve un tal Thorsten Schulte, apodado «Silberjunge», un revisionista de la historia de la peor calaña (que con su publicación «Frembestimmt» ha conseguido otro éxito de ventas) que por supuesto también ha sido invitado de Ken Jebsen, que dijo lo siguiente ante la Cancillería Federal el 1 de Agosto en Berlín: «Únicamente podemos oponernos ante este sistema de gobierno satánico (!) que domina en esta cancillería, rezo a Dios y a Jesucristo, y esto no es ninguna medida de marketing, pues tengo aquí un rosario. […]. Jesucristo está de nuestra parte. Y lo digo claramente. Hoy sois todos testigos, lo digo muy en serio, del Apocalipsis (!) […]. Y por eso sostengo aquí esta cruz, mientras ahí dentro se encuentra la presencia satánica (!). Con el amor y el camino de Dios contribuiremos a conseguir la autodeterminación […]. Y con el camino del amor acabaremos con este sistema».

Aquí se enlaza la necesidad autoritaria que lleva desde hace tiempo desarrollándose a causa del «giro autoritario-decisionista»18 de la postmodernidad con la locura de ideología conspiranoide, mezclado con una jerga religiosa de carácter ampuloso o religioso-populista19. La charlatanería de «piedad» misionera encaja bien con la imagen de Schulte y los suyos, pues al fin y al cabo «los teóricos de la conspiración [...]» surgen «justamente de la necesidad de comunicación y anhelo de convicción misionero»20.

Con el movimiento «Q-Anon» ha adquirido una creciente influencia (también en las manifestaciones anti-coronavirus alemanas) una teoría de la conspiración particularmente extraña que ha sido aún más impulsada por Donald Trump. Varios candidatos/tas (parece ser que fueron en torno a los 60) de las elecciones al Congreso por los Republicanos se posicionaron como seguidores de «Q» (de hecho, Marjorie Taylor Greene ha sido elegida para el Congreso). Según este delirio conspiranoide, Trump lucha contra el «deep state» (que consistiría en una «red de élites pedófilas»), las cuales torturan y asesinan a niños secuestrados en calabozos subterráneos para extraerles adenocromo, un derivado de la adrenalina, y elaborar un «elixir de la juventud». Son evidentes los paralelismos con la leyenda de los asesinatos rituales antisemitas.

Allí donde la demencia conspiranoide se expresa no se encuentra demasiado lejos el antisemitismo, tal como se ha evidenciado de manera suma en la crisis del coronavirus: «Por ejemplo, una de cada cinco personas en Inglaterra está más o menos de acuerdo con la opinión de que los judíos han confeccionado el virus para provocar el colapso de la economía y hacer negocio con la situación generada». También pudieron observarse victimismos de carácter antisemita en las manifestaciones en contra del coronavirus en Alemania, como sucedió con los «antivacunas», que se autoproclamaron alucinados como los «judíos de hoy en día», llevando camisetas con la estrella judía (!) en las que se podía leer «persona no vacunada» (!!)21. Aquí se hace evidente que los antivacunas, inmersos en su demencia afectiva, no pueden en absoluto llevar a cabo una crítica del aparato médico (por ejemplo, en el sentido de una crítica de la reducción del abastecimiento médico por «razones de coste»). Esto es algo que también se refleja con claridad en el teórico de la conspiración y antisemita Christoph Hörstel (que siempre interviene en la manifestación antisemita Al-Qud22 en Berlín), que hablaba con total seriedad de la «ideología del virus», es decir ¡sostenía Hörstel que hasta los virus mismos eran un invento de tejemanejes dudosos!

A diferencia de lo que tal vez quisieran creer sus seguidores/as, las «teorías de la conspiración [...]» no ofrecen «nunca opciones alternativas al sentido común vigente de una sociedad […] sino que más bien se enlazan de manera oportunista a las opiniones predominantes»23. ¿O tal vez reformulan el «mainstream» a través de la «búsqueda» de respuestas a la agotadora y por supuesto «omniexplicativa» frase acerca del cui bono? La pandemia del coronavirus y las medidas para combatirlo también se entienden de este modo. Por ejemplo, Ernst Wolff (varias veces invitado de Ken Jebsen y conferenciante en las jornadas conspiranoicas «Anti-Zensur» de 2019) califica el confinamiento del siguiente modo: «el confinamiento fue con seguridad el subterfugio generado conscientemente para la posibilemente última gran operación de rescate del existente sistema financiero»24.

El resultado de esta «subjetivización de la crisis» no es sino una revuelta conformista. En estos «pensadores alternativos» no se divisa crítica alguna del movimiento de valorización del capital y cómo este favorece el surgimiento y propagación de pandemias (corrientes mercantiles encadenadas de manera global, destrucción del medio ambiente, un «sistema sanitario ajustado en costes», etc.) Los ideólogos de la conspiración no critican el capitalismo (o el dinero, el trabajo, etc.), sino que antes bien, lo naturalizan25. Que precisamente ellos se comporten como si fueran la «alternativa», ya como la «crítica», emerge como un mal chiste en el que la risa queda atrapada en la garganta.

Debe destacarse que «el panorama de izquierdas» tampoco está exento de la demencia conspiranoide26. Tal pensamiento no se delimita únicamente a las sectas estalinistas como la MLPD, sino que también se expresa en las diversas izquierdas «críticas con el neoliberalismo», las cuales suponen que el neoliberalismo habría sido más o menos una forma de golpe realizado con alevosía que podría establecerse nuevamente en el mundo a través de una política «correcta»27.

El concepto de «frente alternativo» que habitualmente se pone sobre la mesa en estas «manifestaciones de pensamiento alternativo» y en otros contextos arroja sin embargo más preguntas de las que responde. Que parezca que converjan la izquierda, la derecha y las posiciones burguesas no depende de que se hayan establecido «alianzas» entre diferentes campos (a diferencia de la «pretensión de un frente alternativo» en la República de Weimar) , sino más bien de que el campo categorial de vinculación común a todas ellas está chocando con límites históricos y que por tanto todas ellas se embrutecen en su obsolescencia. O en palabras de Robert Kurz: «La derecha, la izquierda y las ideologías liberales no son en absoluto delimitables de manera unívoca como posiciones burguesas, pequeño-burguesas y proletarias. Ninguna de estas ya solo aparentes alternativas puede ahora marcar un campo histórico de manera autónoma, ninguna puede mantener su coherencia conceptual. Pues en todos estos ámbitos, que ya no son tales, el fatigado pragmatismo y eclecticismo que se han extendido por doquier delatan la pura desesperación ante el desarrollo social mundial que ya no puede ser comprendido por las escuelas de pensamiento y patrones de interpretación antes habituales. Esta desesperación común, que provoca el derrumbamiento de cada distinción clara de los contenidos teóricos y políticos, remite a la decadencia del sistema de referencia histórico común»28. También se puede hablar de una parálisis de la conciencia. Una sociedad que no es capaz de establecer una distancia crítica consigo misma, cuyos sujetos —desprovistos de toda reflexión crítica— imaginan al capitalismo como un destino inexorable, favorece «interpretaciones del mundo» lunáticas o anacrónicas de todo tipo. La demencia de carácter conspiranoide, que se propaga cada vez más, completa la parálisis. La «susceptibilidad frente a las teorías de la conspiración [...]» aumenta «de manera manifiesta siempre que prolifera la opinión de que no queda oportunidad alguna para una conformación vital de carácter autónomo, determinada libremente, y en lugar de eso, alrededor solo imperan fuerzas anónimas que actúan en secreto. Tales situaciones de presión en las que no se aprecia salida alguna, que por ejemplo, pueden ser suscitadas a través de un descenso en la escala social y un drástico empeoramiento de la situación económica, abren a las teorías de la conspiración un engañoso camino regio para la interpretación de los contextos más complicados y proporcionan la sensación de seguridad que reside en estar por fin al tanto de lo que ocurre alrededor de uno mismo y lo que le pasa [...]»29. Está claro que no es suficiente enfrentarse con argumentos y datos a las teorías de la conspiración y sus seguidores, tal como se intenta en diferentes sitios. Debe destacarse que la crítica a la demencia conspiranoide resulta insuficiente o incluso falsa cuando a esta se le contrapone la razón instrumental, que se ha revelado como la «razón interior» del en sí mismo profundamente irracional modo de producción y vida capitalistas. Cuanto más inconsistentes y aporéticas devienen las «estrategias para superar la crisis», menos pueden diferenciarse la demencia conspiranoide y la «razón burguesa» (o sus brutales derivados). Esto posee aun mayor vigencia cuanto menos pueda mantenerse o simularse una cierta «normalidad». Tampoco cambiará nada tras la elección de Joe Biden como Presidente de los EE. UU. Más bien ha de contarse con una agudización aún más intensa de las contradicciones sociales. Lo mismo debe esperarse de los “patrones de reacción” autoritarios de los denominados «estados de derecho». El «ensayo» del estado de excepción ejercido durante la pandemia mostrará suficientemente pronto sus frutos.

En estos tiempos permanece la necesidad de asilvestrar la conciencia, que ahora igual que antes conceptualiza de manera adecuada las relaciones sociales. Para que esto siga siendo posible en el futuro, este año también pedimos que nos sigáis apoyando con donativos. Qué aspecto tiene nuestra contribución a esta causa en esta entrega de exit! lo documentan los textos que aquí publicamos.

El texto «El final de Occidente en tiempos del coronavirus» de Tomasz Konicz señala los ajustes en la hegemonía de Estados Unidos y su sucesiva erosión en el interior del decadente sistema de alianzas occidental sobre el trasfondo del proceso de crisis histórico del límite interno del capital, desarrollado de forma paulatina. Parte de la transformación de la base económica de la posición hegemónica de Washington, que ya data de hace más de 40 años, provocada a través del desgaste del boom fordista de posguerra y la implantación tras este del periodo de crisis de la estanflación; así como la modificación del papel militar de la maquinaria militar de EE.UU. tras el fin de la «Guerra Fría» en contra del socialismo de estado que colapsó en 1989. Tras ello, destaca el papel central de la circulación de déficits globales junto con la financialización del capitalismo en el sostenimiento de la hegemonía de Estados Unidos hasta 2008. No obstante, con el empuje de la crisis de 2008 se impusieron también en el interior de Occidente –tal es la tesis central del texto– los momentos de la competencia en crisis, con lo que fue precisamente el nacionalismo económico de la administración de Trump el que aceleró la desintegración de Occidente y el quiebre definitivo de la hegemonía americana. Tras esto, ya no es es posible volver al status quo anterior a Trump. El proceso de crisis histórico —que además ha sido incendiado por el coronavirus— está tan avanzado, que cualquier intento de los enclaves occidentales para lograr «estabilidad» será en vano.

El objetivo del texto «Das Wachstum und die Krise der brasialianischen Wirtschaft im 21. Jahrhundert als Krise der Arbeitsgesellschaft: Commodity-Blase, fiktives Kapital und Wert-Abspaltungs-Kritik» de Fabio Pitta es poner en relación los fenómenos del crecimiento económico en Brasil desde 2003 y la crisis económica tras 2012/2013 con la economía de burbujas financieras alimentadas con capital ficticio, todo conceptualizado como un momento de la reproducción global del capitalismo contemporáneo en su crisis fundamental. El texto parte de una crítica a autores brasileños que analizan la crisis únicamente atendiendo al «subdesarrollo» de Brasil. En realidad, fue una burbuja de los mercados financieros proveniente de derivados financieros asociados a materias primas lo que condujo a un considerable aumento de precios, incitando las exportaciones brasileñas y al endeudamiento del país. Esto posibilitó la competencia por las deudas entre las empresas de la denominada «economía real», lo que condujo a la aceleración del desarrollo de las fuerzas productivas, al aumento de la composición orgánica del capital, y a la expulsión del trabajo vivo del proceso de producción —algo que tiene lugar en Brasil ya desde los años 70, pero que se ha intensificado en los últimos años—. Tales procesos solo podían mantenerse hasta el estallido de la burbuja de las materias primas entre 2011 y 2014, como consecuencia del estallido de la burbuja global de las finanzas en 2008, que en este texto, partiendo de Robert Kurz, se entiende una consecuencia del capital ficticio y la simulación de acumulación de capital. Desde 2012 hay en Brasil un alto endeudamiento tanto público como privado, paro masivo, bancarrotas generalizadas, inestabilidad política y el ascenso del radicalismo de derechas, algo que ha recrudecido la brutalidad social y la violencia contra las mujeres, los negros, los indígenas y los jornaleros. Por último, el texto defiende la necesidad de una crítica de la escisión del valor de carácter radical, que con su crítica del capital, de la mercancía y el trabajo, apunta a la superación de esta mediación social.

El texto de Thomas Meyer ofrece otra contribución a la serie de artículos «Alternative zum Kapitalismus-Im Check»30. En este se examina de cerca el movimiento del decrecimiento y los comunes. El autor muestra claramente que estas supuestas alternativas al capitalismo no solo se encuentran muy lejos de una crítica categorial, sino que son compatibles con una gestión de la crisis de carácter represivo. Con conceptos como «dinero local» se remite a sucedáneos del mercado y el estado para alargar la vida del capitalismo cual zombie. La necesidad de poner en cuestión al capitalismo también de manera práctica es hoy mayor que nunca, poniendo en cuestión por ejemplo el asunto de su «capacidad de ser financiado». Sin embargo, el decrecimiento y los comunes no son más que una «alternativa» en la miseria social de la crisis, pues no se abordan puntos decisivos como la cuestión de la síntesis social.

Con motivo de la nueva publicación del texto sobre la locura automovilística de Robert Kurz en el anterior número de exit! (Springe 2019), Thomas Koch ilustra los nuevos y radicalizados desarrollos en el automovilismo en su contribución «Zur Aktualität von Robert Kurz' “Freie Fahrt ins Krisenchaos”», no sin destacar el trasfondo de la catástrofe climática y el movimiento por el medio ambiente. ¿Qué opciones albergan las «visiones de futuro» de la movilidad eléctrica o la conducción autónoma y las soluciones tecnológicas ante el panorama de la pérdida de control global relacionado con las palabras clave «coronavirus» y «clima»? También se reflexiona de manera crítica acerca de lo acaecido en torno al escándalo de las emisiones de gases y su proyección en un management ajeno a la realidad en el país referente del automovilismo.

Andreas Urban dilucida en su contribución los aspectos simbólico-culturales de la «brutalización del patriarcado» (Roswitha Scholz). El punto de partida son sobre todo los diversos y muy discutidos cambios sociales en las relaciones de género, particularmente las tendencias postmodernas a distensión de las normas e identidades asociadas a los géneros. Así se ha llegado en las últimas décadas a una creciente normalización de las carreras laborales femeninas y a la introducción de mujeres en altas posiciones sociales, especialmente económicas y políticas. A este contexto ha de añadirse igualmente, entre otras, las medidas políticas destinadas a la equiparación de hombres y mujeres (cuotas, etc.). Por otra parte, esta evolución ha llevado a que los hombres hayan comenzado a mostrarse susceptibles en el ámbito de las relaciones de género respecto a su posición hegemónica conformada históricamente, pero también por el incremento del rechazo en el mercado de trabajo, afectando igualmente a su identidad masculina —tendencias que en los últimos años se han debatido bajo el rótulo de la «crisis de la masculinidad»—. En el centro de este texto se sostiene la tesis de que tales cambios, en contraposición con las valoraciones habituales (de carácter feminista), no pueden considerarse como indicios de una creciente distensión de las normas y en ningún caso como la superación de las estructuras patriarcales y androcéntricas; antes bien han de ser examinadas como los indicios de su sucesivo embrutecimiento en la crisis fundamental del capitalismo y sus subyacentes relaciones de escisión del valor. Esto se muestra particularmente en que las jerarquías de género se siguen reproduciendo casi de manera intacta a nivel material y simbólico, si bien en parte bajo una diferente forma.

De Robert Kurz proviene la intervención «Die Demokratie frißt ihre Kinder» de 1991 que ha aparecido en portugués en Consequência: A Democracia devora seus Filhos, Rio de Janeiro 2020, con un prólogo de Roswitha Scholz31. En francés han aparecido nuevas ediciones de Alselm Jappe: Guy Debord, en La Découverte, Paris 2020, así como el segundo y tercer números de la revista Jaggernaut – Crise et critique de la société capitaliste-patriarchale, en Crise & Critique, Albi 2020, con textos entre otros de Claus-Peter Ortlieb; de Robert Kurz: L’industrie culturelle au XXIe siècle – De l’actualité du concept d’Adorno et Horkheimer32; además de un volumen colectivo sobre la crisis del coronavirus: De virus illustribus – Crise du coronavirus et èpuisement structurel du capitalisme (ib). Este volumen muestra que la nueva crisis económica mundial no es una consecuencia del virus, sino que había comenzado ya antes. Analiza las dificultades que tiene el capitalismo para arrancar de nuevo así como las oscilaciones de los estados entre «la salvación de la economía» y la «salvación de las poblaciones» y muestra las consecuencias específicas también en relación con la escisión del valor en un país como Brasil. Se analizan as nuevas técnicas de vigilancias y se discute la cuestión de si de esta crisis se puede aprovechar al menos la conciencia ecológica generada.

El libro Béton – Arme de construction massive du capitalisme de Anselm Jappe (en L’Echappée, Paris 2020) investiga el papel del hormigón, que ha experimentado menor crítica que otros materiales usados masivamente como el plástico o el petróleo. Tras resumir su historia y desarrollo se muestra que este material puede ser considerado como el lado «concreto» de la abstracción del valor: la «gelatina» de valor que mencionaba Marx se materializa en el siempre igual hormigón, que es una cantidad sin cualidad que ha simplificado la diversidad de las construcciones en el mundo en favor de una arquitectura uniforme basada en el hormigón.

En la Schmetterling-Verlag ha aparecido el texto de Tomasz Konicz Klimakiller Kapital – Wie ein Wirtschaftssystem unsere Lebensgrundlagen zerstört, Wien/Berlin 2020.

Thomas Meyer para la redacción de exit! en Noviembre de 2020.

Traducción de Clara Navarro Ruiz


  1. Se ofrece una visión general en Wurzbacher, Ralf: Risiken und Nebenwirkungen, aber keine Packungsbeilage – die Corona-Eindämmung droht, mehr Leid zu verursachen, als sie verhindert, Nachdenkseiten.de del 20.11.2020. No obstante, los «daños colaterales» y su dimensión habrían de considerarse únicamente en el contexto de los recortes del sistema de salud, no como argumento fundamental en contra de las medidas adoptadas por el coronavirus. Sobre la crítica de los «hospitales empresa» véase también Kreilinger, Verena; Wolf, Winfried; Zeller, Christian: Corona, Krise, Kapital – Plädoyer für eine solidarische Alternative in den Zeiten der Pandemie, Köln 2020, 62ss. ^

  2. V. por ejemplo Gössner, Rolf: Durchregieren per Dekret – Infektionsschutzgesetz: Die parlamentarische Demokratie befindet sich im Ausnahmezustand. Das muss sich endlich ändern, en: Der Freitag Nr. 47/2020. ^

  3. V. Gruppe Fetischkritik Karlsruhe: Das Virus – Kritik der politischen Pandemie I/II, 2020, en exit-online.org. ^

  4. V. Heinelt, Peer: Unmittelbarer Zwang – Gewalt im Polizeidienst – da lässt der Gesetzgeber seinen Schergen reichlich Spielraum, en: Konkret 10/2020. ^

  5. V.. Konicz, Tomasz: Terrortruppe Antifa?, Telepolis del 2/6/2020. ^

  6. Véase acerca de esto el libro colectivo Berendsen, Eva; Rhein, Katharina; Uhlig,Tom David (Eds.): Extrem unbrauchbar – Über Gleichsetzungen von links und rechts, Berlin 2019. ^

  7. Nowak, Peter: Terrorabwehrzentrum gegen satirisch verfremdete Plakate, Telepolis del 26/2/2020. V. también: Badura, Leander F.: »Wir zuerst. SPD.«, freitag.de del 12/5/2020. ^

  8. Véase por ejemplo Kaul, Martin; Schmidt, Christina; Schulz, Schulz: Hannibals Schattenarmee, taz.de del 16/11/2018, así como: Rechte Netzwerke und die »Affäre Caffier«, Jung und Naiv Nr. 489, youtube.com, el 27/11/2020 ^

  9. V. Konicz, Tomasz: Braunstaat BRD?, Telepolis del 29/10/2020. V. también: Selle, Anett: Polizeigewalt bei Demo in Ingelheim – Blut und Panik im Tunnel, taz.de del 18/8/2020. ^

  10. V. Böttcher, Herbert: Moria – Eine vorhersehbare Katastrophe, 2020, así como del mismo autor: »Wir schaffen das!« – Mit Ausgrenzungsimperialismus und Ausnahmezustand gegen Flüchtlinge, 2016, en exit-online.org. ^

  11. V. acerca de esto por ejemplo Nowak, Elisa: Ultrarechte Machtprobe, freitag.de vom 30.8.2020, así como Hanloser, Gerhard: Ressentiment und Souveränismus, Telepolis del 1/9/2020. Aquí se llama la atención una y otra vez que precisamente en las manifestaciones desde el segundo confinamiento, no solo hay teóricos de la conspiración o nazis, sino también los que han sido afectados gravemente en lo económico por las medidas en contra del coronavirus. Se debe objetar a esto que estas personas no se desmarcan de tales corrientes de derechas ni tampoco intentan organizar algo propio de manera individual. Se muestra así que pueden más bien ser puestos en relación con las «interpretaciones de la crisis» de carácter reaccionario antes que esperar de ellos una crítica emancipatoria. V. también: Kommunalinfo Mannheim: Vom Querdenken zur Querfront, youtube.com del 2/12/2020. ^

  12. Una panorámica al respecto desde una perspectiva marxista puede obtenerse a través del siguiente volumen colectivo: Stanišić, Sascha; Arnsburg, René (Ed.): Pandemische Zeiten – Corona, Kapitalismus, Krise und was wir dagegen tun können, Berlin 2020. ^

  13. V. del mismo autor: Rechts wo die Mitte ist – Rechtsextremismus, Nationalsozialismus, Konservatismus, Baden-Baden 1994. ^

  14. V. por ejemplo Ortlieb, Claus Peter: Absturz einer Debatte – Zu Andreas Exners Versuch einer Auseinandersetzung mit der Krisentheorie, 2008, en exit-online.org. V. también: Kurz, Robert: Krise und Kritik I/II en: exit – Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr. 10/11, Berlin 2012/13. ^

  15. Editado por el Initiative Sozialistisches Forum, Freiburg 2000. ^

  16. Acerca de Krall: Meyer, Thomas: Kleinbürgerliche Hirne in der Krise – Die ›Zombiefizierung‹ des Geistes und der Niedergang des Kapitalismus, 2020, en exit-online.org, así como los escritos de Andreas Kemper: andreaskemper.org. ^

  17. Otte, Max: Weltsystemcrash – Krisen, Unruhen und die Geburt einer neuen Weltordnung, München 7. edición. 2020, primera 2019, 484. Así citaba taz.de del 14/02/2020 a Otte: «De manera exclusivamente personal, opino que la CDU debería sondear la posibilidad de una coalición burguesa con la AfD a todos los niveles (!)». ^

  18. Comp. Scholz, Roswitha: Die Rückkehr des Jorge – Anmerkungen zur »Christianisierung« des postmodernen Zeitgeistes und dessen dezisionistisch-autoritärer Wende, en: exit! – Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr. 3, Bad Honnef 2006, 157–175. ^

  19. Sobre la populista “toma de posesión” de la religión comp. Concilium – Internationale Zeitschrift für Theologie: Populismus und Religion, Cuaderno 2/2019, Ostfildern 2019. ^

  20. Tal como sostiene el historiador Rudolf Jaworski en el texto »Verschwörungstheorien aus psychologischer und aus historischer Sicht«, en: Caumanns, Ute; Niendorf, Mathias: Verschwörungstheorien – Anthropologische Konstanten – historische Varianten, Einzelveröffentlichungen des Deutschen Historischen Instituts Warschau, Osnabrück 2001, 19. ^

  21. Comp. Fuchshuber, Thorsten: Antisemitismus in der Pandemie: Alter Wahn, neues Gewand, jungle.world del 23/7/2020. Sobre las manifestaciones por el coronavirus en Alemania comp. también: https://bit.ly/3riwLtt así como: Momentmal: Vom »Querdenken« zur Querfront – Coronaproteste als Podium für Antisemitismus, youtube.com del 29/11/2020. ^

  22. Sobre el ›Al-Quds-Tag‹ comp. Wahdat-Hagh, Wahied: Der islamistische Totalitarismus – Über Antisemitismus, Anti-Bahaismus, Christenverfolgung und geschlechtsspezifische Apartheid in der ›islamischen Republik Iran‹, Frankfurt 2012, 151ss. ^

  23. Jaworski 2001, 27. ^

  24. Ernst Wolff of Wall Street Spezial: Corona-Pandemie – Endziel digitaler Finanzfaschismus, youtube.com del 7/9/2020, a partir aprox, min. 10. ^

  25. V. sobre esto una buena muestra en el denominado «Plan B» de Andreas Popp y Rico Albrecht: https://www.wissensmanufaktur.net/plan-b/. ^

  26. Comp.. Wassermann, Martin: Agenten, Eliten und Paranoia – Das Verschwörungsdenken in der deutschen Linken, Berlin 2012, https://associazione.files.wordpress.com/2020/02/maulwurfsarbeit_ii.pdf. ^

  27. V. en torno a esto el texto »Die Krise als subjektives Willensverhältnis«: Kurz, Robert: Krise und Kritik II, en: exit! – Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr. 11, Berlin 2013, 98ss. ^

  28. Kurz, Robert: Das Weltkapital – Globalisierung und innere Schranken des modernen warenproduzierenden Systems, Berlin 2005, 367. ^

  29. Jaworski 2001, 22. ^

  30. Aparecidos hasta ahora: »Gemeinwohlökonomie« de Dominic Kloos (2018) así como »Bedingungsloses Grundeinkommen« de Günther Salz (2019). Ambos están disponibles en f exit-online.org. ^

  31. Comp. también Scholz, Roswitha: ›Die Demokratie frisst immer noch ihre Kinder‹ – heute erst recht!, in: exit! – Krise und Kritik der Warengesellschaft Nr. 16, Springe 2019, 30–60. ^

  32. Apareció primero en 2012 en exit! Nr. 9 ^




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