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exit! Crisis y crítica de la sociedad de la mercancía, nº 19 (2022)


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zu Klampen Verlag.


¡Menuda farsa! Después de que a comienzos de año el Tribunal Constitucional reprendiera al gobierno por no hacer suficiente en contra del cambio climático y poner en peligro los intereses vitales y derechos de las generaciones futuras, los “funcionarios del capital“ no pudieron parar de elogiarse de manera arrogante y de subrayar cuánto han realizado y llevado a cabo ya en materia de política medioambiental. Por supuesto, tampoco la sentencia de la justicia ha previsto nada distinto, como si la “crisis climática“ pudiera solucionarse dentro del “orden liberal-democrático“. Con las “políticas adecuadas“, el “marco de condiciones adecuadas“, ya se implementaría “lo adecuado“ teniendo presentes su “posibilidad de financiación“ y el “crecimiento económico“. No se puede esperar otra cosa del gobierno semáforo. Tampoco de la “comunidad de estados internacional“, tal como se demuestra siempre en la “cumbre del clima“.

Se subraya con mucho gusto la pretensión de no cargar a las generaciones futuras con “hipotecas“ de ningún tipo y dejarles “capacidad de futuro“ cuando se trata de justificar el adelgazamiento de la red social y el desmantelamiento de las infraestructuras. Las nuevas generaciones no tendrán ningún futuro si el estado se sobreendeuda. Por ello deben empobrecerse, sacrificarse y en caso necesario, morir. La suposición inocente es aquí que sea posible aumentar los ingresos del estado a través de la reducción de los gastos del estado para que el estado, en el futuro, no tenga que gastar más. Por supuesto aquí también es válido el principio: todos los gastos del estado son iguales, pero algunos son más iguales que otros (expresión por adaptación libre de George Orwell). La reducción de los gastos del estado en armamento, efectivamente, no está prevista.

El presente se moviliza y remodela en pro de la denominada capacidad de futuro para ajustarse a intereses de valorización o para abrirse a nuevas posibilidades de valorización de capital. A esto se lo denomina “modernización“ o “desarrollo“, que naturalmente puede ser “sostenible“ siempre y cuando el crecimiento económico no se vea mermado de manera sostenida. Los criterios principales siguen siendo los beneficios y los denominados puestos de trabajo que puedan surgir (o a los que puedan aplicarse nuevas condiciones de mayor dureza). Solo aquel que contribuya o pueda contribuir a un continuo y en aumento movimiento de valorización del valor es susceptible de ser considerado como “progresista“ o “capaz de futuro“. Medidas de este tipo sacrifican el presente —y con ello, a las personas y a la naturaleza— por un futuro que no es sino una abstracción que subordina a la realidad, que ya no tiene nada que ver con una apertura a lo nuevo u otra cosa, sino que se concibe únicamente como una continuación del presente. Las denominadas visiones de futuro presuponen relaciones existentes de dominación y de carácter fetichista1. Lo que en realidad se debiera o debe hacer (protección del medioambiente y el clima) se convierte en un asunto secundario, cuando no en su exacto contrario. Al fin y al cabo las consecuencias han de combatirse con los medios que suscitaron en primera instancia dichas consecuencias. Una vez fracasa la “capacidad de estructuración“ de la política (a través de impuestos, entre otras cosas), se recurre a soluciones técnicas de carácter definitivo (geoingenería, inteligencia artificial o “tecnologías milagro” que tal vez puedan descubrirse en algún momento), que supuestamente podrían dar un giro al timón en el último momento. Una subordinación tal a relaciones que nosotros mismos hemos generado y la fetichización de la técnica que la acompaña equivale a la tarea propia de la humanidad.

Esto también se muestra con claridad en el fenómeno de la digitalización. No se desperdicia un segundo en pensar acerca del verdadero contenido que debiera convertirse a formato digital (educación, medicina, entre otros). La pandemia del coronavirus ha dado un mayor impulso a la locura de la digitalización y a las prácticas autoritarias que la acompañan. La digitalización sobresale por su capacidad de prestarse a la dominación tecnocrática del horror, como se puede reconocer fácilmente en el régimen chino2. En una dirección parecida o análoga se mueven también los “valores occidentales“. La transformación por aproximación es el lema manifiesto del régimen de crisis (post)democrático3. La pandemia del coronavirus también ha servido para consolidar y modernizar instrumentos de represión existentes para “gestionar“ más profundamente al modo policíaco-estatal las crisis de cualquier tipo de aquí en adelante (por ejemplo a través de un mayor socavamiento de la libertad de manifestación, del derecho a huelga y de los derechos de los/las trabajadores y trabajadoras)4. Es absolutamente comparable a lo que ocurrió el 11 de Septiembre de 2001. También entonces se consolidó y modernizó el aparato de seguridad, en apariencia exclusivamente para actuar en contra del terrorismo islámico5.

Los catastróficos “efectos secundarios“ de la digitalización (de carácter social-psicológicos y ecológicos) se menosprecian como el precio del “progreso“ o como “daños colaterales“; aceptándolos finalmente de manera consciente cual “destino“, que el estado afronta eventualmente con regulaciones disparatadas (“autorregulación“ de las empresas, subidas o bajadas de impuestos, etc.) o/y preocupándose por medio de su Fausto visible por que el denominado progreso se imponga violentamente como aparente “necesidad histórica“ (piénsese aquí en la explotación de las materias primas y las expropiaciones que la acompañan, la expulsión y asesinato de indígenas, etc.) Pero no se puede hacer tortilla sin cascar huevos. En esto están de acuerdo el estalinismo y el (neo)liberalismo. Ambos ofrecen una pérfida charlatanería cuando se trata de vender la coacción represiva como una forma de “libertad“. El conocimiento de lo necesario para el capitalismo establece el marco dentro del cual se puede materializar la “libertad“. El Fausto visible del estado y su esbirro de los servicios de inteligencia vigilan para que todo permanezca igual6. El “orden democrático liberal“ (con o sin estado de excepción y sus diversos complementos dictatoriales) posibilitan también la contribución activa o la aceptación pasiva de la destrucción del mundo. La libertad liberal se convierte así en una libertad para la muerte. Este desenmascaramiento de la libertad burguesa se aprecia más claramente cuanto más se aprieta el “marco de conformación y elección“, cuantas más medidas políticas terminan en nada o provocan el efecto contrario. El límite de la acción estatal es y sigue siendo su propia capacidad de financiación y por ello lo es también la exitosa valorización del capital, la cual se interrumpe cada vez más, mostrándose asimismo como un programa para la destrucción del mundo (lo que nuevamente nos llevaría al problema del comienzo). En el marco de la constitución fetichista capitalista no hay, finalmente, nada más que elegir o que organizar, sino que dicha constitución en sí misma debe convertirse en objeto de crítica tanto teórica como práctica; y habría que oponerse de manera decidida a todos los imperativos que se siguen de ella (la capacidad de financiación, la rentabilidad, los puestos de trabajo). Todos los “criterios de éxito“ capitalistas tienen que ser rechazados como algo nulo y sin valor, no aquellos que (ya) no se encuentran en condiciones de satisfacerlos. También se debe rechazar que la producción en general solo tenga lugar si realiza una posible aportación a la valorización del valor (o bien que esta tenga lugar todavía aún porque valoriza el capital —incluso cuando únicamente gracias al préstamo—).

“Morirse de hambre“7 para tener “capacidad de futuro“ en sentido capitalista, es decir, para imponerse en la competencia a costa de los demás es en lo esencial un arcaico culto de sacrificio humano: el “capitalismo como religión“ (Walter Benjamin) se muestra así como una lóbrega idolatría. Que la “capacidad de futuro“ puede fracasar se muestra asimismo en que ciertas personas son excluidas. Si las personas aparecen únicamente como “factores de coste“ o expresado de manera fascista, como “existencias lastre“ o “parásitos sociales“, su valor vital se está midiendo únicamente por su contribución al producto interior bruto, por lo que su exterminio es solo una cuestión de tiempo (y puede ser que sea aceptado de manera indirecta a través de la violencia estructural8)9. El pensamiento y acción del darwinismo social (que tiene puntos en común con el fascismo/nacionalsocialismo y el (neo)liberalismo) se convierten de ese modo en teorías económicas aplicadas.

Solo cuando las decisiones humanas y sus acciones no se estructuren o decidan previamente por medio de la matriz a priori de la constitución formal capitalista se ofrecerá la posibilidad de un futuro que no esté generado o impelido por el ininterrumpido sacrificio del presente. La verdadera capacidad de futuro se podría entonces convertir en realidad, si se tomara nota de lo que aquí se ha señalado y se pusiera en cuestión de manera radical lo que el presente de hoy ha hecho para poner en peligro al futuro. Está claro que esto no es solamente una pregunta teórica, pero tampoco una pregunta de carácter jurídico.

Como muchos de los números anteriores de exit!, este tampoco posee “verdaderamente“ un tema central, pues en todo caso los temas acometidos remiten unos a otros o coinciden parcialmente. Es evidente que la “distribución“ de textos inducida por la academia por áreas comunes o no comunes nos parece poco razonable.

En otra contribución a la serie de artículos „Alternativen zum Kapitalismus – Im Check (Alternativas al capitalismo-Un balance)“10 se ocupa Thomas Meyer del “ecosocialismo“. A este se le concede cada vez más atención en el contexto de la catástrofe climática y la continua destrucción del medioambiente a través de la forma de vida y producción capitalistas. El ecosocialismo es la reivindicación de la “conexión“ entre la ecología y la teoría marxiana. Según la tendencia escogida dentro del ecosocialismo se otorga una diferente dimensión al pensamiento ecológico en la obra de Marx y Engels. Por este motivo presenta Meyer el “discurso ecológico“ tal y como se encuentra en el trabajo de Marx y Engels y cómo se valora este por los diversos ecosocialistas. Resulta central aquí el proceso de metabolismo de la humanidad con la naturaleza y cómo este se transforma a través del proceso de valorización capitalista, preparándolo para el capital. Se muestra así con claridad que la “contradicción entre materia y forma“ (Ortlieb) no solo se muestra en el mundo de las mercancías, sino también en el proceso de metabolismo con la naturaleza. Además, Meyer se ocupa de los déficits teóricos de los ecosocialistas. Estos van desde una estrecha comprensión de la crisis y del estado a reflexiones que podrían calificarse claramente como reaccionarias o bien pequeño-burguesas.

La contribución „Von Crashpropheten, Preppern und Krisenprofiteuren – Rechte Ideologie in der Krise (Acerca de los profetas del crash, los preppers y los oportunista de la crisis-Las ideologías de la derecha en la crisis)“ de Tomasz Konicz se esfuerza por perfilar los elementos más importantes de la ideología de la crisis de la derecha y sus prácticas en los pasados años —desde el derrumbamiento de la burbuja inmobiliaria transatlántica pasando por la crisis de los refugiados a la pandemia del coronavirus—. Partiendo de la recepción instrumental de la teoría de la crisis marxista y la crítica del valor a través de los precursores de la nueva derecha se señalan los movimientos, narrativas e ideologías individuales en su interacción con los correspondientes empujes de la crisis: desde las vinculaciones de la extrema derecha y los golpistas con el aparato de estado al denominado movimiento de preppers; de la interpretación reaccionaria y estructuralmente antisemita de los acontecimientos de la crisis de los autores de derechas a la inabarcable diferenciación de la locura como consecuencia de las protestas de los pensadores alternativos. La conclusión es que estos fenómenos deberían remitirse a la función irracional de la ideología de la derecha, que se abre completamente a las tendencias de autodestrucción sociales y ecológicas que el capital ejecuta de manera evidente en su crisis letal.]

Kim Posster se ocupa en su contribución »Männlichkeit ist die Krise?! – Zu Geschichte und Verhältnis von latenter und manifester Krise des bürgerlichen Subjekts und seiner gesellschaftlichen (Geschlechts-)Natur (¿La masculinidad es la crisis? Acerca de la historia y la relación de la crisis latente y manifiesta del sujeto burgués y su naturaleza social (de género))« de aspectos de la historia de la “masculinidad“. Se analiza la “masculinidad“ que se estableció necesariamente de nuevo ya en el patriarcado productor de mercancías, sin que esta pudiera generar “estabilidad“ por sí sola: “la verdadera masculinidad“ no puede ser algo simple. Se manifiesta bien “de manera todavía no suficientemente verdadera“, bien “casi en el trance de su desaparición“. Siempre en peligro, siendo únicamente el pálido reflejo del pasado. Jamás capaz de evitar su futuro desvanecimiento. Que la masculinidad está en crisis se convierte así en un diagnóstico que parece certero en cualquier época y que normalmente se sitúa como argumento para establecer una nueva era de soberanía patriarcal. Los espíritus más críticos oponen a esto que “¡la masculinidad es la crisis!“ y se remiten a la fundamental constitución precaria de la masculinidad y su miedo latente a la debilidad y a la caída. Es igualmente correcto rechazar la apología de la naturaleza de los géneros de carácter mítico-eterno, que quiere transformar todo para que sea nuevamente como siempre fue; tan correcto como incorrecto es ignorar en esto la historia superada. Así, en lugar de solo desenmarañar al modo constructivista el presente del género y convertirlo en una colorida diversidad, —tal como también hace el feminismo queer— se ha de perseguir la pulsión de repetición de las relaciones de género de la sociedad burguesa de manera materialista, a través de la revolución histórica. Pues solo una historia de la eternidad mítica del género, es decir, una visión de la historia interna de la naturaleza social (del género) está en condiciones de aclarar la relación entre la crisis latente y manifiesta del género en general y de la masculinidad en particular. La masculinidad se puede desarrollar como una categoría de “crecimiento natural“ respecto de la relación de valor y su escisión de género, que como decae ya a lo largo del despliegue histórico de la contradicción en proceso, es decir, del capital, tiene que renovarse en cada correspondiente etapa histórica. Cómo manejan actualmente los hombres esta decadencia y de qué manera tan bárbara aspiran —sobre todo las ideologías nacionales e islámicas— a la renovación delatan cómo se manifiesta la crisis hoy tras el “fin de la historia” y qué potenciales particularmente regresivos libera.

La contribución »Narziss oder Orpheus? Bemerkungen zu Freud, Fromm, Marcuse und Lasch (¿Narciso u Orfeo? Consideraciones sobre Freud, Fromm, Marcuse y Lasch)« de Anselm Jappe es una aportación acerca de la relación entre el psicoanálisis freudiano y la crítica de la sociedad radical. Expone especialmente la discusión sobre Freud que Erich Fromm, Theodor Adorno, Norman Brown, Herbert Marcuse, Christopher Lasch y otros mantuvieron hace medio siglo y en la que cada cual, en nombre de la emancipación social y de la crítica al capitalismo, discutía y reprochaba a sus contrincantes permanecer de manera inadvertida en el marco de la sociedad que querían superar. El concepto del “narcisismo“ y la “pulsión de muerte“ juegan un especial papel en esta discusión. Los ataques a Fromm de Adorno y Marcuse resultan paradójicos, pues aparentemente defienden el Freud “conservador“: según ellos, este reconoció la imposibilidad de la armonía entre la estructura pulsional y la sociedad capitalista. Christopher Lasch subraya en su trabajo Die Kultur des Narzissmus (La cultura del narcisismo) (1979), que la estructura familiar clásica de carácter edípico atacada por la “izquierda freudiana“ contenía la posibilidad del desarrollo de un Yo autónomo, mientras que el narcisismo imperante hoy está en completa consonancia con el capitalismo de consumo. Este contiene una constante oscilación entre los sentimientos de impotencia y omnipotencia que se expresa, entre otras cosas, en el constante desarrollo de las tecnologías. Pero lo que también falta en Lasch es una investigación de las causas históricas del ascenso del narcisismo y la tematización del isomorfismo del narcisismo y el valor: ambas estriban en una pérdida de significado del mundo y su reducción a una (pseudo-)sustancia individual: en el caso del valor, al valor abstracto, en el narcisismo, al Yo carente de relaciones y de mundo.

Con el comentario »Exit! – nun sag, wie hältst du’s mit der Religion? – Eine Klarstellung (Exit!-di, ¿cómo ves lo de la religión?- Una aclaración)« Roswitha Scholz se ocupa de la “cuestión decisiva“ en exit!. Resulta algo tan razonable como necesario, puesto que el materialismo y el ateísmo (en la tradición marxista-leninista) se leen no infrecuentemente en círculos críticos como sinónimos de crítica de la sociedad. Con esta contribución queda refutada la concepción por la que el pensamiento teológico es per se reaccionario.11

Las catástrofes vinculadas a los procesos de crisis resultan claramente insuficientes para tematizar la cuestión de Dios y el sufrimiento en la teología. Para eso, es suficiente con el coronavirus. Herbert Böttcher se ocupa en su contribución »Herr Kant, Seien Sie mir gnädig! – Gott vor Gericht in der Corona-Krise (Señor Kant, ¡sé compasivo!-Dios ante el tribunal en la crisis del coronavirus)« de las interpretaciones teológicas de la pandemia del coronavirus así como de su superación en clave ético-afirmativa. Para ello se aborda la denominada cuestión de la teodicea del teólogo Markus Striet. Aquí se muestra nuevamente la miseria de una teología que se vincula de manera afirmativa a la Ilustración y a su pathos de la libertad. No por casualidad su punto de referencia es la razón práctica de Kant. En la acción moral el sujeto afronta la exigencia incondicional de actuar moralmente. Esta se da como resultado de la existencia de la razón autónoma frente a la naturaleza y las cadenas de acción causal. Tal incondicionalidad de la obligación moral se relaciona con la libertad de elegir, con el libre albedrío. El deber y la libertad se fundamentan “mas allá“ de las determinaciones de contenido y las temporal-históricas. Para los y las teólogos y teólogas la “razón práctica“ es atractiva porque se usa como postulado de la acción moral el dios expulsado de la razón pura de carácter metafísico. Sin él se derrumba toda ética, le falta, sin embargo, una instancia de dirección que recompense el buen comportamiento y sancione el mal comportamiento. Solo así pueden coincidir la moralidad y la felicidad y Dios es por lo menos restablecido en su gracia ante el tribunal de Kant como “sustituto”.

Los y las teólogos y teólogas otean la oportunidad de poder intervenir a la “altura de los tiempos“, pero no comprenden en lo que se eso traduce en “este tiempo“: en la crítica categorial del capitalismo y sus relaciones de crisis, que arrojan a cada vez más personas al sufrimiento y a la muerte. El coronavirus agudiza esta situación. Esto casi no aparece en el horizonte de la ética que se basa en Kant y en la teología vinculada a esta. Su miseria consiste en la fundamentación del pensamiento en las formas puras. Ahí, las relaciones que se han de criticar son presupuestas como la “normalidad“ que se afirma. La teología permanece como el “listón“ al que está asignada: como una ayuda para la superación de la existencia en relación con el mundo, tal como es. La alternativa a esto sería una teología crítica con la sociedad a la que le fuera inherente la referencia a la teoría crítica de la sociedad.

De Robert Kurz se publica de nuevo su texto de los años 90 »Die Intelligenz nach dem Klassenkampf – Von der Entbegrifflichung zur Entakademisierung der Theorie (La inteligencia tras la lucha de clases-De la ausencia del concepto a la ausencia de academicismo en la teoría)«, acompañado de un prólogo de Roswitha Scholz.

Para terminar Andreas Urban y F. Alexander von Uhnrast se ocupan en una pormenorizada recensión del libro de Eske Bockelmann Das Geld – Was es ist, das uns beherrscht (El dinero-qué es eso que nos domina). (Matthes & Seitz, Berlin 2020).

También este año pedimos donativos a todos los interesados en exit!, para apoyar nuestra “praxis teórica“. Sería razonable que nuestros y nuestras lectores/as se abonaran a exit!, para también de ese modo contribuir a garantizar materialmente esta revista. La reflexión teórica no goza de buena salud en el presente. La pandemia del coronavirus no ha cambiado en absoluto esto para bien —¡al contrario!— Pero la resignación y el derrotismo no son una opción. Por eso esperamos fervientemente el apoyo que necesitamos para poder seguir mostrando la realidad de esta sociedad maníaca.

Por último debe avisarse de algunas publicaciones. Han sido reeditadas: de Robert Kurz Der Kollaps der Modernisierung – Vom Zusammenbruch des Kasernensozialismus zur Krise der Weltökonomie (Edition Tiamat) así como Weltordnungskrieg – Das Ende der Souveränität und die Wandlungen des Imperialismus im Zeitalter der Globalisierung (zu Klampen). También han aparecido traducidos al francés en Crise & Critique los siguientes textos de Robert Kurz (Kollaps der Modernisierung, Blutige Vernunft, así como el texto redactado junto a Ernst Lohoff Klassenkampffetisch12): L’effondrement de la modernisation – De l'écroulement du socialisme de caserne à la crise du marché mondial, Raison sanglante – Essais pour une critique émancipatrice de la modernité capitaliste et les Lumières bourgeoises sowie Le Fétiche de la lutte des classes – Thèses pour une démythologisation du marxisme. Asimismo, de Fabio Pitta: Le Brésil dans la crise du capital au XXIe siècle (en alemán en exit!, nº 18, primera publicación en portugués online: obeco.online.pt).

En castellano ha aparecido una antología con textos de Roswitha Scholz: Capital y patriarcado-La escisión del valor, editado por Clara Navarro Ruiz13 (Ediciones Mímesis, Santiago de Chile); así como textos de Thomas Meyer »›Aspekte des neuen Rechtsradikalismus‹ und die totalitäre Demokratie«(Aspectos del nuevo radicalismo de derechas y la democracia totalitaria) en griego en la revista Πανοπτικόν Nr. 27 (panopticon.gr) y de Herbet Böttcher: »Emanzipation durch Befreiung der Arbeit vom Kapital? – Kritik der positiven Bewertung der Arbeit in theologischem Denken« (¿Emancipación por medio de la liberación del trabajo por el capital? Crítica de la valoración positiva del trabajo en el “pensamiento teológico”) en Theologie und Glaube Nr. 1/2021 y »Kapitalismus – Religion – Kirche – Theologie« (Capitalismo-Religión-Iglesia-Teología) en Füssel, Kuno & Ramminger, Michael (Hg.), Kapitalismus: Kult einer tödlichen Verschuldung – Walter Benjamins prophetisches Erbe (Capitalismo: culto a un endeudamiento mortal-La herencia profética de Walter Benjamin), Münster 2021.

Sandrine Aumercier critica en su recientemente publicado Le mur énergétique du capital (El muro energético del capital) el concepto de “desarrollo de las fuerzas productivas“. La autora descubre en este una moderna metafísica del progreso que fue reproducida acríticamente tanto por liberales y neoliberales como por la totalidad del pensamiento tradicional marxista. Algunos restos de este pensamiento se encuentran todavía incluso en algunos autores de la crítica del valor, en tanto estos también se apoyan en una reapropiación de los nuevos descubrimientos (como por ejemplo las denominadas “energías renovables“ o las impresoras 3-D) sin criticar las condiciones de producción capitalistas y las infraestructuras estatales, económicas y sociales que presuponen de antemano estas innovaciones. La moral de la eficiencia energética, la escasez, la optimización y la austeridad es justamente parte de esta forma sujeto que se conforma en el modelo del crecimiento ilimitado. Aumercier se remonta en su libro al análisis marxiano de la composición orgánica para señalar en particular la estrecha relación entre el cada vez más desenfrenado desarrollo tecnológico y el capitalismo industrial, que consiste en la sustitución del trabajo vivo por trabajo muerto para capturar plusvalor en dosis cada vez más homeopáticas. De aquí parte la cuestión central acerca de cómo podría sobrevivir el trabajo muerto sin el trabajo vivo. La desaparición del trabajo vivo se ha de comprender como el desvanecimiento del trabajo productivo global. La dinámica histórica de esta sustitución exhibe tanto la imposibilidad de su desconexión (desde la perspectiva de un postcapitalismo) como la particularidad de la crisis energética, que es una con el desarrollo del capitalismo. Tal análisis muestra también cuán inconsecuente es proyectar la abolición de las categorías capitalistas (trabajo, dinero, estado, mercancía) sin criticar al mismo tiempo la producción industrial, que fue en primera instancia posible por la constitución de estas categorías.

Thomas Meyer para la redacción de exit! En Noviembre de 2021.


  1. Esto se ve con especial claridad en las “visiones de futuro“ de los transhumanistas. V. Meyer, Thomas: Transhumanismus als Rassenhygiene von heute – Zwischen Selbstvernichtung und technokratischem Machbarkeitswahn, 2020, online: https://www.oekumenisches-netz.de/wp-content/uploads/2020/02/nt-2020-1.pdf↩︎

  2. Qué pena que parte de la izquierda alemana tenga verdaderas simpatías por el régimen chino: Heinelt, Peer: Der große Sprung in der Schüssel, en: Konkret Nr. 10/2021.↩︎

  3. Por ejemplo, se puede tomar en consideración el folleto publicitario Smart City Charta – Digitale Transformation in den Kommunen nachhaltig gestalten que puede encotrarse en (bmi.bund.de). En la página 43 se dice lo siguiente:” ”Puesto que nosotros [¿qué nosotros?] sabemos exactamente qué es lo que la gente hace y quiere, hay menor necesidad de elecciones, de esclarecer la verdad o de votaciones. Los datos asociados al comportamiento pueden “sustituir“ (!) a la democracia como mecanismo de feeback social.“ ¿No sería esto un caso susceptible de la así llamada “protección constitucional“? Comp. con la siguiente página de propaganda del Ministerio de Educación e Investigación (https://www.vorausschau.de/vorausschau/de/home/home_node.html). Una “Oficina del Futuro“ busca indagar sobre posibles futuros, Por supuesto, no se pretende hacer ninguna crítica del presente y mucho menos bajo la forma de advertencia. Los autores bosquejan estas posibilidades de futuro con una inocencia que deja a uno de piedra. Se presenta positivamente con total seriedad el sistema de puntos propio del régimen chino: “Un sistema de puntos como instrumento fiscal de carácter político central (!) determina la Alemania del 2030. A pesar de la base voluntaria y las reglas del juego democrático [¿que había antes?] este genera presión social fomentando la participación (!), por ejemplo a través de la continua competencia (!) en las redes sociales“. A pesar de que se haya cuestionado en parte, este sistema de puntos “concitará acuerdo entre las grandes mayorías en 2030“. Por lo demás y respecto al cambio climático se hará “transparente el principio de responsabilidad“ (es decir, las costumbres de consumo individuales) y también “se considerará adecuadamente el potencial de la cualificación de la fuerza de trabajo y se organizará de manera eficiente su movilidad“. Siendo así, también en el futuro todo podrá seguir su acostumbrado curso dentro del capitalismo.↩︎

  4. Comp. por ejemplo con Grecia: Der Staat ergreift die Gelegenheit, en: Wildcat Nr. 107 (Frühjahr/2021).↩︎

  5. Comp. Al respecto con Trojanow, Ilija; Zeh, Juli: Angriff auf die Freiheit – Sicherheitswahn, Überwachungsstaat und der Abbau bürgerlicher Rechte, 2010 München.↩︎

  6. El periódico de izquierdas Junge Welt está vigilado por la “Verfassungsschutz“ [Polícia constitucional, nota de la trad.], porque afirma que la Alemania Federal es una sociedad de clases y porque recurren a Marx, Engels y otros autores. Si ahora uno quisiera pelearse justificadamente por el (resto del) movimiento obrero marxista, el punto central aquí es que el “Estado de derecho burgués“ ya actúa, de manera mojigata, como si el conflicto o los diferentes intereses fueran solventables o, en general, soportables, dentro del marco del “orden democrático de libertades“. El abordaje de la desigualdad social y la toma en consideración de la discrepancia entre el plano de la idea y la realidad son manifiestamente suficientes para ser catalogado como “enemigo de la Constitución“. V. Junge Welt del 7.5.2021: https://www.jungewelt.de/keinmarxistillegal/de/article/402169.doppelte-standards.html.↩︎

  7. Comp. Kurz, Robert: Schwarzbuch Kapitalismus – Ein Abgesang auf die Marktwirtschaft, Frankfurt 1999, 218.↩︎

  8. Comp. Kurz, Robert: Das Weltkapital – Globalisierung und innere Schranken des modernen warenproduzierenden Systems, Berlin 2005, 345 ss.↩︎

  9. No sorprende que el embrutecimiento también se propague desde las “élites“ del sector de la salud. Por ejemplo, Karsten Vilmar, presidente de la cámara de médicos, que en 1998 especulaba si se debía “exigir una juventud compatible con el contrato social (!)“, cit. En Schui, Herbert: Politische Mythen & elitäre Menschenfeindlichkeit – Halten Ruhe und Ordnung die Gesellschaft zusammen?, Hamburg 2014, 61.↩︎

  10. Aparecidos hasta ahora en exit! Y en Ökumenischen Netz: Gemeinwohlökonomie (Dominic Kloos), Bedingungsloses Grundeinkommen (Günther Salz), Buen Vivir sowie Postwachstumsbewegung & Commons (Thomas Meyer). Muy probablemente se publicarán más artículos.↩︎

  11. V. al respecto Böttcher, Herbert: Kapitalismuskritik und Theologie – Versuch eines Gesprächs zwischen wert-abspaltungskritischem und theologischem Denken, en: Ökumenisches Netz Rhein-Mosel-Saar (Hg.): Nein zum Kapitalismus, aber wie? – Unterschiedliche Ansätze von Kapitalismuskritik, 2. ed., Koblenz 2015, 117–163.↩︎

  12. Comp. También: Scholz, R.oswitha: It’s the class, stupid? Deklassierung, Degradierung und die Renaissance des Klassenbegriffs, 2020, auf exit-online.org↩︎

  13. Comp. La entrevista de Clara Navarro Ruiz con Roswitha Scholz en 2017, en exit-online.org↩︎




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